Resumen
Siento un pellizco cuando me acerco a la pantalla una vez más. Una punzada, solo el más pequeño remordimiento. A veces, es considerable, la sensación que tengo de que quiero que lo digital sea más, que Internet sea tangible, que los espacios vacíos entre mis colegas y yo sean más pequeños, más del tamaño de una mano que de una ballena. Y a veces es esto, un mosquito en la oreja. De cualquier manera, vuelvo a la pantalla deseando relaciones que sean más grandes que los píxeles y palabras que sean indelebles.